Para limpiar las brochas de maquillaje, sumérgelas en una mezcla de agua tibia y un limpiador suave. Mueve suavemente las cerdas para desalojar el maquillaje y la suciedad. Enjuaga con agua limpia y deja que las brochas se sequen al aire sobre una toalla. Es importante evitar sumergir el mango de la brocha para no dañar el pegamento que mantiene las cerdas en su lugar.

Cada brocha de maquillaje tiene un propósito específico. Por ejemplo, las brochas grandes y esponjosas son para polvos sueltos o compactos, las brochas densas y planas son para la base de maquillaje, las pequeñas y angulares son para el delineador o cejas, y las brochas de tamaño medio y suaves son para sombras de ojos. El uso de la brocha correcta asegura una aplicación más eficaz y profesional del maquillaje.

Para limpiar esponjas de maquillaje, moja la esponja con agua tibia y aplica un limpiador suave. Masajea la esponja para desalojar los residuos de maquillaje. Enjuaga bien hasta que el agua salga clara. Exprime el exceso de agua y deja secar la esponja al aire. Es recomendable limpiar las esponjas después de cada uso para mantener la higiene y prolongar su vida útil.

El primer en maquillaje es un producto que se aplica antes de la base para preparar la piel. Ayuda a suavizar la textura de la piel, minimizar la apariencia de poros y líneas finas, y prolongar la duración del maquillaje. Algunos primers también pueden tener propiedades específicas como controlar el brillo o hidratar la piel.

Para aplicar la base de maquillaje, comienza limpiando e hidratando tu piel. Aplica una pequeña cantidad de base en tu rostro y distribúyela uniformemente con una brocha, esponja o los dedos. Empieza desde el centro del rostro hacia afuera, asegurándote de difuminar bien en las líneas del cabello, mandíbula y cuello para evitar líneas marcadas. Elige el tono y tipo de base según tu tipo de piel y el acabado deseado.