Los chupetes pueden esterilizarse hirviéndolos en agua durante 5 a 10 minutos, utilizando un esterilizador eléctrico o de microondas diseñado para este propósito, o sumergiéndolos en una solución de esterilización fría siguiendo las instrucciones del fabricante. Es importante asegurarse de que el chupete esté completamente seco antes de ofrecérselo al bebé.

Quitar el chupete gradualmente puede ser efectivo, comenzando por restringir su uso a momentos específicos, como durante la siesta o en la noche, y luego reduciendo progresivamente su disponibilidad. Ofrecer consuelo y distracciones alternativas puede ayudar a facilitar esta transición. Cada niño es diferente, por lo que puede ser útil adaptar el método según las reacciones y necesidades individuales del niño.

Se puede ofrecer un chupete a un bebé después de que se haya establecido un patrón efectivo de lactancia, generalmente alrededor de las 3 a 4 semanas de edad para evitar la confusión de tetina. Sin embargo, algunos expertos sugieren que es seguro introducirlo antes si la lactancia materna va bien. Es importante observar al bebé para asegurarse de que el chupete no interfiere con su alimentación.

El tiempo que un niño puede mostrar signos de incomodidad o alteración tras retirar el chupete varía. Algunos niños se ajustan en unos pocos días, mientras que otros pueden tardar varias semanas. Ofrecer apoyo emocional y distracciones puede ayudar a aliviar este período de transición.

Es recomendable cambiar el chupete alrededor de los 6 meses y regularmente después de eso para asegurar que el chupete esté en buenas condiciones y sea seguro para su uso. Los chupetes pueden deteriorarse con el tiempo, lo que puede representar un riesgo de asfixia si se desprenden partes pequeñas. Además, a medida que el bebé crece, puede necesitarse un tamaño de chupete diferente para adaptarse al desarrollo oral.