El tiempo que se tarda en hacer la digestión puede variar dependiendo del tipo de alimentos consumidos y la salud digestiva de la persona. En general, los alimentos pasan por el estómago e intestinos en aproximadamente 6 a 8 horas. Sin embargo, el proceso completo de digestión, desde que se ingiere el alimento hasta que los residuos son excretados, puede tomar entre 24 y 72 horas.

Para acelerar la digestión, es recomendable comer porciones más pequeñas y aumentar la frecuencia de las comidas, masticar bien los alimentos, evitar las comidas muy grasas o pesadas, y mantenerse hidratado. El ejercicio regular, especialmente caminar después de las comidas, también puede ayudar a promover una digestión más rápida. Evitar el estrés durante las comidas y consumir alimentos ricos en fibra (como frutas, verduras y granos integrales) también facilita una digestión más eficiente.

Las enzimas digestivas son proteínas que ayudan a descomponer los alimentos en sustancias más pequeñas que el cuerpo puede absorber. Se producen en el estómago, el páncreas y el intestino delgado. Estas enzimas incluyen amilasas para los carbohidratos, lipasas para las grasas y proteasas para las proteínas. Ayudan a optimizar la absorción de nutrientes y minimizar los síntomas digestivos como la hinchazón y los gases.

La duración del uso de enzimas digestivas puede variar dependiendo de las necesidades individuales y las recomendaciones médicas. Algunas personas pueden necesitarlas de manera temporal, por ejemplo, durante periodos de estrés digestivo o tras una cirugía, mientras que otras pueden necesitarlas a largo plazo, especialmente aquellas con condiciones crónicas como insuficiencia pancreática o fibrosis quística. Es esencial consultar a un médico para obtener asesoramiento personalizado y determinar la duración adecuada del tratamiento con enzimas digestivas.

Mejorar la digestión se puede facilitar mediante varias estrategias: comer en un ambiente relajado, masticar bien los alimentos, reducir el tamaño de las porciones, evitar comer bajo estrés, y limitar el consumo de irritantes como la cafeína, el alcohol y los alimentos muy procesados. Incluir probióticos y suficiente fibra en la dieta también ayuda a mantener una flora intestinal saludable, crucial para una buena digestión. Beber suficiente agua, practicar ejercicio regularmente y establecer un horario regular para las comidas son otros factores que contribuyen a una digestión óptima.